Por Dionisio Pacheco*
Curiosamente mientras en días pasados el gobierno nacional y los medios de
comunicación exaltaban las bondades del campesinado boyacense representadas en
la hazaña deportiva del ciclista Nairo Quintana, hoy en medio del paro nacional agrario el gobierno y la mayoría de los medios de
comunicación solo exaltan el supuesto terrorismo de los grupos de
campesinos inconformes con las políticas
de apertura económica implementadas a lo largo de los últimos 23 años. Como boyacenses nobles, pacíficos y trabajadores, sorprende que la
respuesta ante el justo reclamo de los
habitantes del campo y de la ciudad (estudiantes), sea el enorme despliegue de fuerza pública y fuerza mediática en contra del movimiento agrario, los pocos que equilibran la información e incluso alertan sobre la
brutalidad policiaca en especial del ESMAD, son las redes sociales y uno que
otro medio de comunicación alternativo.
En medio del paro nacional agropecuario, es
bueno recordar que a pesar de las políticas de importación masiva de alimentos y
de abandono total hacia el campesinado colombiano, asistimos tal vez a la última de las
batallas por la subsistencia de las comunidades rurales que según el informe de la
ONU (“Colombia rural razones para la
esperanza” 2011) aún se aferran a su parcela y cultura campesinas. Comunidades o grupos ecológicos los denominó en su momento el sociólogo
costeño Orlando Fals Borda: “campesinos
de los Andes” 1955 y “El hombre y la tierra en Boyacá” 1957, una profunda radiografía de las comunidades
rurales asentadas en el altiplano
cundiboyacense y que a pesar del tiempo se
mantiene vigente principalmente en lo
relacionado con las costumbres y tradiciones campesinas exaltadas
majestuosamente por el carrangero mayor Jorge Velosa, una voz ausente en el actual conflicto rural y
agrario.
Conflicto rural y agrario, en la medida que las políticas de
desarrollo implícitas en el marco
general de los últimos planes nacionales de desarrollo solo apuestan por un escenario de agricultura empresarial a
gran escala, donde la cultura campesina desparece en virtud de la inversión del gran capital y
de la proletarización del trabajo en el
campo. Es decir de prosperar
las intenciones del gobierno, costumbres
campesinas como la del convite o mano de obra prestada, el cultivo o la vaca en compañía, el empeño
entre compadres y vecinos (alternativa
al crédito bancario), el acueducto veredal
comunitario, el sacrificio del cerdo o gallinas para
san Pedro y navidad, e incluso la
tradición de guardar semillas en el
zarzo, serán prohibidas en la medida que
se impongan las relaciones de producción capitalistas al interior de los territorios
campesinos. En este contexto, no es de extrañar la actitud del gobierno ante la crisis del campesinado pues dentro su agenda política se
incluye la estrategia del marchitamiento
de las comunidades campesinas, básicamente a partir del discurso de su atraso productivo.
Si bien es cierto que las
comunidades campesinas de los andes no
están a la altura de los grandes emporios empresariales del agro, también es
cierto que sus costumbres o prácticas
culturales en torno a las actividades agrícolas, pecuarias y mineras son un patrimonio difícil de recrear en otras latitudes, por
algo la literatura del desarrollo endógeno exalta la importancia de los
productos con denominación de origen o de marca territorial, un asunto que los señores
del gobierno solo mencionan en el papel
mas no en la práctica, sería bueno que
se tomen el tiempo de leer documentos como los de Fals Borda, los de Absalón Machado o los de Darío Fajardo
entre otros, para que al fin entiendan
que la cultura campesina no actúa con la misma lógica de la cultura capitalista
agroindustrial o minera, y que en vez de
buscar su marchitamiento o extinción, procuren potenciar un tejido social al cual todos estamos
atados principalmente cuando nos sentamos a la mesa o cuando recibimos buenas noticias de un
ciclista de origen campesino. Finalmente
y lo más probable es que así lean dichos
documentos no cambiaran las políticas del
agro, luego lo mejor es cambiar el gobierno por uno que este en favor del campesinado
colombiano.
Hoy domingo 25 de agosto amanecimos
con la noticia de la suspensión de los diálogos entre gobierno y campesinos, un
asunto difícil de consensuar en la medida que la discusión central gira en
torno al modelo de desarrollo rural colombiano.
*Docente Escuela de Economía UPTC.
Nota: Orlando Fals Borda nació en Barranquilla el 11 de julio de 1925 y
murió en Bogotá el 12 de agosto del año 2008.
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