El día miércoles 7 de marzo, en la sesión conjunta de las comisiones segunda de Senado y Cámara que están discutiendo el TLC entre Estados Unidos y Colombia, se llevó a cabo el debate sobre los textos y los anexos de la negociación agrícola del Tratado.
El Ministro de Agricultura, Andrés Felipe Arias defendió la negociación, que abandona cultivos como el trigo y demás cereales y oleaginosas para dedicarse al de géneros como la uchuva y otros exóticos y tropicales, porque se adecua al modelo de agricultura que el actual gobierno pretende implantar. Así mismo, el Ministro tuvo que admitir que no se consiguió acceso inmediato de productos agropecuarios al mercado de Estados Unidos y afirmó que con la eventual “rentabilidad” derivada del comercio de esos cultivos se alcanzaría la seguridad alimentaria para los colombianos. Esto pese a que, en el primer año de vigencia del TLC Colombia, tan solo incrementará sus exportaciones hacia Estados Unidos en 69.000 toneladas. Arias también calificó como “panfletos” los textos que destacados economistas como Luis Jorge Garay han publicado con posiciones críticas frente a esta negociación agrícola.
Por su parte, Fernando Barbieri e Iván Mauricio Cardona, co-autores del libro “La negociación agrícola del TLC”, develaron las graves consecuencias que del TLC se derivarán para el agro colombiano y explicaron que este tratado es peor el que firmaron Centroamérica y Perú. También desvirtuaron las críticas infundadas del Ministro con respecto a los documentos de la oposición.
Aurelio Suárez Montoya, en representación de RECALCA, demostró todas las inconsistencias teóricas y reales contenidas en la propuesta del gobierno de Uribe en el TLC, que no corresponde con las leyes más elementales que rigen el comercio agrícola internacional y que, por lo tanto, traerá gravísimos daños. Con datos y cifras se comprobó que el TLC es totalmente inequitativo contra Colombia, que el país le permitirá a Estados Unidos exportar productos agropecuarios a precios por debajo del costo de producción, que las ventajas en rebajas de impuestos serán más beneficiosas para Estados Unidos, y que el número de toneladas garantizadas para ese país en agricultura, desde el inicio del TLC, superan en casi 70 veces lo conseguido por Colombia. Ilustró, con el ejemplo de México, que las promesas de “comida barata” son un sofisma, y que no hay cómo reemplazar 1.800.000 jornales que en productos como arroz, algodón, maíz, trigo, cebada y soya, entre otros, se perderán. Estos resultados contrastan con los partes de éxito que los gremios agropecuarios norteamericanos están dando con respecto a esa misma negociación.
Los senadores Jorge Enrique Robledo y Cecilia López profundizaron, además, en otros aspectos como la soberanía alimentaria nacional, la dependencia de los productores con respecto a los comercializadores internacionales que gobernarán en el TLC y en la ‘retrógrada’ propuesta del gobierno de Uribe para el campo.
El juicio histórico sobre la negociación del TLC está dado: significará más sufrimiento, más desempleo y más pobreza y miseria para los 12 millones de colombianos que, en medio de múltiples dificultades, sobreviven en las áreas rurales del país.
Red Colombiana de Acción frente al Libre Comercio y el Alca
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Bogotá, 8 de marzo de 2007
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