A propósito del artículo del Dr. Rudolff Hommes del 21 de diciembre en EL TIEMPO, a raíz de “la abrupta interrupción del proceso de privatización de las electrificadoras”, es necesario sopesar sus intereses frente a los de Boyacá y la nación.
Atrás quedaron las épocas en que los neoliberales y sus medidas económicas pasaban inadvertidas, o más aún, eran festejadas y tenidas por sabias, científicas, y políticamente asexuadas. En un documento, que pasaría a la historia según los medios, Hommes devela sus astucias para engañar a los colombianos en el proceso de entregarnos al capital extranjero. Allí confiesa que mientras el pueblo se embobaba con la revocatoria del congreso, en el Gobierno de César Gaviria, ellos implementaban a rajatabla las políticas económicas neoliberales como la traída de la cebada y el trigo de Norteamérica. Expidieron las Leyes 142 y 143 del 94 privatizando los servicios públicos, la Ley 100 entronizando el paseo de la muerte y el parasitismo de EPS y Fondos Privados de Pensiones. En cero quedaron los beneficios para los consumidores o usuarios, sofisma utilizado para entregar el mercado interno a las multinacionales, en calidad de Ministro de Estado, luego como asesor de las multinacionales por la mañana y asesor de la Presidencia de la República por la tarde.
Con su apertura se perdieron un millón de hectáreas de cultivos y 300 mil empleos directos, ruina de los “grandes terratenientes” de media hectárea en Boyacá; desastre en la industria quebrando 26 mil empresas con pérdida de empleo. Para dónde irían los despedidos de las electificadoras y sus familias? De un promedio de 400 trabajadores por electrificadora quedarían 40.
Detrás de todo el alegato técnico de las privatizaciones y de los manidos discursos contra la politiquería provinciana lo que hay son las ambiciones del capital financiero, principalmente foráneo.
17 años de neoliberalismo han probado hasta la saciedad que la tan mentada eficiencia privada no pasa de ser una farsa, como ocurre en la salud y los servicios públicos, para apoderarse del patrimonio público a menos precio, como lo hicieran en Termotasajero donde en 1997 la Nación vendió a Copropal su participación en 7 millones dólares, y un año después esta firma la entregó a la Durinding Company (EU) por 58 millones de dólares, o la entrega del control accionario de Telecom a la trasnacional Telefónica por 369 millones de dólares, cuando costaba mínimo 2.200 millones de dólares.
No se llevarán las empresas pero remesarán las utilidades. Lamenta que si nos quejamos, más barato nos las pagarán, pero exigimos que permanezcan en manos del Estado, sea de la nación o ésta las ceda, a titulo gratuito, al departamento y/o municipios; y con tarifas que consulten las necesidades e intereses de los usuarios y empresarios nacionales y no en función de garantizarles multimillonarias ganancias a las trasnacionales.
La envergadura de la unidad, organización y movilización, de los boyacenses y colombianos, ha de ser proporcional a los 17 años de barbarie neoliberal, y ha de estar encabezada por los trabajadores, usuarios, los gobernadores y políticos mencionados por Hommes, los proveedores y contratistas, sin distingos de color político ni credo religioso, para la oposición patriótica a la privatización y su desastre social. Efectivamente la marcha al Glorioso Puente de Boyacá asusta a los recolonizadores españoles de Endesa.
Tunja Boyacá, 14 de enero de 2.008.
OLIVERIO CASTILLO BURBANO
Actor Popular contra la venta de la EBSA.
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