Estimados
concejales.
Quiero a través de este escrito resaltar la labor dinámica que
como personas y representantes políticos, de distintas corrientes hemos podido
compartir al interior de la corporación.
Hoy tenemos un tema en común, que tiene profundas repercusiones
para el futuro de la ciudad, y que ha merecido un tratamiento especial, y
seguramente no pocas incertidumbres, frente a esta decisión como es el del
nuevo endeudamiento en el que se busca embarcar
a la ciudad por el orden de los $13.000.000.000.
El derecho que nos asiste a tener distintos criterios frente
a este tema, también nos exige el rigor, que como concejales hemos tenido, en
dar facultades al Alcalde, en acatamiento estricto a lo que exige la norma, la conveniencia,
y el soporte técnico de aquellos proyectos por los cuales se han pedido
facultades, aprobando buena parte de aquellas que han consultado dichos
criterios, y archivado, en un control preventivo, efectivo y oportuno, aquellas
que significaban un riesgo para la ciudad.
El interés público de
ciudad, siempre será el racero que mide, la diferencia entre el interés personal
y el general, un crédito es un punto de inflexión que requiere, ponderar, todas
las consideraciones sociales, los costos de oportunidad, y de conveniencia, que
valga decir carece la actual iniciativa, como también un criterio básico de medición
de impactos, como puede ser la tasa de retorno, para proyectos de inversión social
establecida por el Banco Mundial, en 12%, ¿es preferible un Patíndromo a la escuela
rula del sur, cuya vida de 450 niños y niñas está amenazada por caída de un muro
sobre dicha escuela, según diagnóstico técnico de la UPTC?, siempre he
Compartido con ustedes que nuestras decisiones se basen en un principio de una óptima
información, que no es este el caso.
En el pasado Tunja fue perjudicada, por acciones de clase política
local, quienes actuando en un claro interés particular, causaron un daño estructural,
los cuales hoy son un costo de vida para
los tunjanos. En los años 80,90 negociaron cupos del transporte público,
entregando unos privilegios y sobre oferta, que hoy paga a un alto precio la ciudad. Se causó un grave daño en procesos de politización y corrupción, a las
empresas de servicios públicos, y luego estos mismos actores, tramitaron la privatización
de todos los servicios públicos, hoy este
costo lo pagan los ciudadanos.
Una ciudad que ha
hecho de su desarrollo urbano, un
ejercicio inmoral de segregación social, dejándole de cobrar los impuestos a
quienes se han lucrado con el desarrollo, dueños de la tierra, urbanizadores, constructores,
grandes inversionistas del comercio y los servicios, quienes han causado toda
suerte de externalidades negativas, como quitarle a la ciudad, su derecho a vías, sus rondas de rio, sus parques, sus
andenes, cárcavas y sacrificio de todo
tipo de espacios, para ciclo rutas, alamedas etc. trasladando minusvalía, al resto
de la ciudad, Por el contrario llevamos
dos décadas de Alcaldes que han hecho de las operaciones de crédito, un instrumento de financiación
de obras, de las cuales pocos beneficios se han visto, en este tema hay deudas incluso con
la justicia, los créditos se convirtieron en un traslado de obligaciones a todos
los contribuyentes cuando muchos de estos recursos, fueron malversados, y
terminaron en actos de corrupción.
Por ello quiero dirigirme a través de esta nota, a una nueva generación
de dirigentes políticos, que brinde otros criterios de construir una ciudad,
justa con equilibrios, que permitan superar la segregación social, y construir
la ciudad de las oportunidades, cuidando los recursos, con base en criterios de
distribución de aquellas riquezas que se generan en las dinámicas propias de
nuestro desarrollo, esa ciudad que podemos construir entre todos y todas, no es
la de los créditos irresponsables, que trasladan las rentas de los
contribuyentes a los bancos, sino la ciudad que podemos construir y compartir, entre
todos si ejecutamos lo que establece nuestro estatuto de rentas.
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