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domingo, 18 de enero de 2015

Por unos días en la Guajira


En el interior del país, conocemos a los costeños por su música, porque buena parte de boyacenses, gustamos de ese raro encanto que es escuchar a los juglares, lo que no conocemos bien es porque en la  zona Cesar, La Guajira, existe gente en que perdura la bondad, un sentido poético por la naturaleza, los oficios, los sufrimientos llevados a la producción musical, al relato en los que sus gentes se sienten identificados y reconocidos.

Comerciante Wayu
En un extenso recorrido de cerca de 2000 kilómetros desde Tunja, un variopinto recorrido, al llegar a la zona costeña, al lado y lado de la vía se encuentran, los pequeños poblados enclavados en medio de extensos cultivos de palma, y valles extensos de potreros, en algunos con varias cabezas de ganado, buena parte solo potreros, sin gente, sin casas, sin actividad que indique que sus habitantes coexistan en el territorio, por lo que hemos aprendido, esta realidad no siempre fue así, hubo momentos en que la riqueza, la intensidad de una intensa vida en comunidad, las del algodón, sorgo, la yuca ,el plátano llena de producción y de amoríos, hacía que los cantores de Fonseca, hicieran los himnos inmortales y a una región irrepetible. 

Comunidad Kogui
Otro encuentro la gran Rioacha, aparte del enorme sol, y el mar,  el bullicio y los vallenatos, que no dejan de sonar, al igual que los pitos de un caótico sistema de transporte, prestado con carros particulares, la única  ciudad capital que no tiene transporte público, ni andenes, donde una carrera cuesta $5.000 pesos, por recorridos de 4 cuadras, donde no se facturan los servicios públicos con base en el consumo, donde se le corta servicio de energía a barrios enteros de  gente pobre, una ciudad de Gente, trabajadora que bien puede vivir mejor, respetando que la construcción de una ciudad en su última etapa, se ha hecho con valores de una absoluta informalidad, desde el comercio, el contrabando etc., hasta lo institucional, lo mafioso, donde el terror de la violencia y la política ha permitido la existencia una clase política que separo su suerte del guajiro de a pie, y construyo otros valores distintos a los del trabajo honesto, y ha dejado una huella imborrable de altos costos que trasladan los corruptos a una gente buena.


Tejidos comunidad Wayùu
La riqueza de los tejidos artesanales de comunidades nativas como los Wayuu y los pescadores que llegan a vender el fruto de sus nocturnas jornadas de pesca, devuelven la credibilidad de ese profundo tejido humano construido con base en el trabajo, la pesca, los compradores de restaurantes, mujeres de hogar es aún un  bullicio que recuerda, como la alegría de vivir de nuestro propio es
fuerzo es el camino, para ser más alegres, reconstruir valores de confianza, estima y credibilidad por un mejor futuro, que llevara algún día a componer nuevos hermosos vallenatos,  relatos sublimes de sociedades que prosperan, juntas, construyendo instituciones y democracias, donde las reglas de juego nos lleven a volver a creer, a decidir por mandatarios que eleven la moral de un pueblo trabajador.

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